Mira por donde andas y que te vean por donde andas! Este es el lema que los noruegos tienen bien interiorizado, sobretodo en invierno.
Algunos días, los 30 minutos de trayecto entre casa y la oficina se pueden convertir en una auténtica gincana. Aquí la descripción de un día cualquiera de la pasada semana:
Salgo a la intemperie y empiezo a caminar sobre la nieve dura que cayó hace unos días en la zona de montaña en la que vivo y que la máquina quitanieves no se ha preocupado en apartar. Llego a la carretera principal y subo a la acera por la que sí pasó la quitanieves hace unos días pero como la pasada noche ha helado, se ha formado una placa de hielo: "ojito!!!" me dice mi subconsciente, eso me transporta a aquel día en el que me disloqué la rótula bajando el Matagalls-Granollers gracias a una placa de hielo. Consigo salvar los 20 pasos que me separan de la parada de autobús "Krags vei" y los músculos de mi cuerpo se relajan durante los 13 minutos de trayecto que me paso mirando las bonitas casas de colores sobre un fondo blanco. Última parada, el autobús se vacía en Majorstuen donde se encuentra la última estación de metro de la zona oeste del centro de Oslo. Tengo que bajar unas escaleras para cruzar al otro lado de la vía. Debido a que en el centro urbano hace más calor, la nieve de las escaleras se ha convertido en una pasta de color marron, perfecta para resbalar y rodar escaleras abajo así me que toca agarrarme a la barra para bajar de una forma segura. Por fin llego al andén por el cual cada medio minuto pasan trenes hacia Oslo Station. Y a pesar de la alta frecuencia es complicado encontrar asiento. Es igual, son solo 8 minutos. Así que me quedo de pie en el centro del vagón, cerca de la barra amarilla porque entre las paradas de Majorstuen i Nationaltheatret hay una fuerte curva en la que el tren te pega un viaje. Bajo en la estación central y me encamino a la oficina. Me dispongo a cruzar la calle y al bajar del bordillo plofffffff meto todo el pie en un charco de agua camuflado. Mis botas negras han terminado estampadas. Entro en la oficina y voy dejando huellas marrones allí donde voy.
Que recursos tienen los paisanos noruegos para superar tales dificultades? Primero de todo: nadie lleva zapatos bonitos, claros o con tacones por la calle. Lo importante es salir de casa con unas botas de suela alta que abriguen. Para las zonas heladas existe este chisme que no sé como llamarlo. Son unos pinchos que se ajustan al zapato con una goma y que te permiten adherirte de una forma más segura al hielo. Los más sencillos y portables son solo de dos pinchos y los venden por 49 NOKs (6,5euros) si no recuerdo mal en cualquier tienda de deportes. También los hay que cubren toda la suela del zapato y especiales para gente que corre, porque aunque nieve o hiele, los noruegos salen a correr, algo que me parece admirable.
Sobre las zonas resbaladizas tiran unas piedrecitas que también ayudan a no resbalar. Así que lo más seguro es caminar siempre por allí donde hay piedrecitas en el suelo.
Piedras, nieve, charcos... este es el principal motivo por el cual descalzarse es una práctica habitual cuando entras en los edificios, sea una vivienda o una oficina. Lo habitual es dejar al menos un par de zapatos debajo de tu mesa que son los que usarás para moverte por la oficina mientras estés trabajando.
Otro elemento que está muy de moda son los reflectores. Parece que los noruegos tienen miedo de ser atropellados (sus razones tendrán) y es habitual verles caminar con bandas reflectoras en los tobillos, las muñecas o de tipo llavero colgando de bolsos o abrigos. Los reflectores los venden en tiendas de libros, como os habréis podido imaginar. Que tendrán que ver los libros con los reflectores... y me gustaría daros el precio pero de momento no me he comprado ninguno porque los regalan en varios sitios. En lugar de bolígrafos y llaveros de propaganda... reflectores!
No hay comentarios:
Publicar un comentario