Voy a pasar unos días fuera de Oslo y me encuentro en el autobús que me lleva al aeropuerto. Son las 3 de la madrugada y tenía pensado dormir un poco durante el trayecto pero al lado se me ha sentado un hombre ucraniano, de grandes espaldas y que apesta a tabaco. Estoy incrustada en la ventana y me cuesta un poco escribir pero bueno... algo haremos.
Ayer fue 17 de mayo, fiesta nacional noruega. Si los noruegos ya son patrióticos los días normales (con su bonita bandera decorando gorros de esquiar y jerseys) hay que verlos el día de la celebración de la constitución.
Las banderas se alzan desde el amanecer hasta el anochecer o en su defecto desde las 8am, porque aquí ya empieza a amanecer a las 3:30am.
Niños vestidos con trajes tradicionales desfilan em cabalgata desde su colegio hasta palacio, donde la familia real los saluda desde el balcón. La mayoria de personas que te encuentras por la calle visten el traje tradicional o llevan unos graciosos pantalones hip hoperos de color rojo o azul y llenos de pintadas.
Estos últimos son los Russ, chicos que estan celebrando su último año en secundaria. Los de letras llevan pantalones rojos y los de ciencias los azules (o algo así). Pero no penseis que salen solamente el 17 de mayo a celebrarlo, no. Estos chicos llevan desde que empezaron el instituto preparando esta fiesta y ahorrando para montar los "autobuses discoteca" que van dando vueltas por Oslo por las noches durante todo mayo con la música a todo trapo. Según me comentan mis colegas noruegos hay un pique encubierto entre las diferentes escuelas en cuanto a quién tiene el mejor autobús. Los pantalones los llevan cada día. Me imagino a sus madres deseosas de que termine la fiesta para meterlos en la lavadora.
Es común, este día, celebrar un desayuno con la familia o amigos. Y yo tuve la suerte de asistir a uno. Lo.organizaba Hilde, la compañera de piso de mi amiga Cristina. Todos los invitados aportamos algo. Eramos unos 20 así que había un montón de comida. A las 10 de la mañana me presento en el piso y me ofrecen un vaso de ponche. Era fácil de beber así que fui rellenando el vaso varias veces. Había gente de diferentes países y la comida era riquísima. Una mujer trajo una cerveza casera que triumfó totalmente. Al cabo de dos horas algunos queríamos ver el ambiente que había en la calle así que decidimos irnos a pesar de que la fiesta acavaba de empezar. Y quiénes éramos estas personas? Evidentemente los del sur de de Europa: españoles, portugueses y franceses. Y creo que es inevitable. No es que los extranjeros no queramos juntarnos con noruegos o viceversa. Es que nuestras costumbres y las cosas que nos gusta hacer implican que al final, por mucho que intentemos evitarlo, nos divirtamos más con nuestra gente ;)
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